CENTRO DE TRABAJO

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jueves, 21 de agosto de 2014

HAGAMOS UN POCO DE HISTORIA PARA AQUELLOS SERES QUE AÚN VIENDO NO CREEN, EEPTICOS DE TODO LO QUE NO PUEDEN COMPRENDER, PERO QUE TAPOCO DESEAN AHONDAR EN ESTOS TEMAS ENSEÑEMOLES UN POCO


 
Quien no tenga mayor interés en esto, el que por lo demás opine que la vida del ser humano está ahí para ser vivida y que con la muerte se termina todo, será mejor que deje a un lado ESTA LECTURA y haga lo que por el momento sea para él digno de vivir, o que lea lo que considere digno de leer.
Pero para aquel que sienta el deseo de llenar sus días terrenales de cosas con un buen sentido, aprovechar el tiempo, alcanzar respeto y armonía consigo mismo y con sus semejantes, es decir lograr una forma activa y pacífica de estar con sus semejantes y a favor de ellos, el que desee además experimentar la felicidad, acercarse a Dios y a su propio ser originario, sentir la firmeza interna y el recogimiento en el propio interior y experimentar la fuerza que se encuentra en una vida verdaderamente orientada hacia lo positivo, encontrará en estas lecturas una ayuda valiosísima. No sólo se volverá más libre y pacífico y recorrerá esta vida terrenal más sano y feliz, si deja que fructifique en su vida diaria aquello que haya podido acoger de las palabras de los Sanadores enviados  por Dios, Jesús Mateo y Manuel, sino que al final de su vida terrenal no se encontrará en la fatal situación que está caracterizada por un amargo «demasiado tarde». En el claro reconocimiento que se nos regala en aquellos minutos de reflexión retrospectiva, no tendrá que decirse a sí mismo: «¡Si sólo hubiera aprovechado mejor los valiosos días terrenales! He dejado pasar tantas buenas oportunidades porque no lo sabía, o porque no he tenido en cuenta aquello de lo que realmente se trataba. ¡Ah, si pudiera hacer otra vez todo mejor!».
De lo que realmente se trata  nos lo dice a todos una y otra vez los Sanadores cualificados, nos lo aclara desde los más diversos puntos de vista, nos hace conscientes de las relaciones espirituales, nos da consejo y ayuda, nos da ánimo y conducción, nos hablan tanto a nuestro intelecto como a nuestro corazón, hacen vibrar con una paciencia infinita una vez esta y otra vez aquella cuerda para que al fin logremos comprender, y sobre todo para que demos el paso del simple reconocer al actuar.
Muchas afirmaciones fundamentales  no son nuevas; hace 2000 años Jesús de Nazaret ya nos enseñó el camino que conduce a la libertad, la paz y la felicidad, a la brisa fresca de la vida, a la salud y la riqueza interna. Este camino se puede encontrar en las sencillas reglas de vida del Sermón de la Montaña, que muestran cómo los hombres podemos poner en práctica los Diez Mandamientos, que ya conocemos desde hace mucho tiempo.
Ahora, Dios, el Padre de todos nosotros, en Su bondad y Su deseo de ayudarnos, nos ha enviado a esta existencia terrenal oscura a sus mensajeros de Su Luz, a través del los cuales nos hacen conscientes «de las cosas que son realmente importantes». Ellos nos ha regalado Su palabra en innumerables manifestaciones cuando le visitamos y nos enseñan el camino de vuelta hacia Él, el camino hacia una vida en el Espíritu de Dios, que nos trae la salvación para nuestra alma y también la posibilidad de que nuestro cuerpo sane.
Jesús y Manuel traen la  enseñanza de Dios, que no sólo nos transmite Su palabra directa en manifestaciones divinas, sino que como Sus mensajeros también Su «palabra indirecta», nos conoce muy bien como hombres, con todos nuestros aspectos humanos inferiores. Ellos saben que nuestras anquilosadas y encarnizadas formas de pensar y de comportamiento son duras y persistentes. Incluso en aquel que ha comprendido de cabeza «las cosas que son realmente importantes», estas formas tienen que ser puestas en movimiento una y otra vez desde diversos puntos de vista, para poco a poco ir dando cabida a una nueva forma de pensar, en base a la cual se forme un nuevo comportamiento y como resultado de ello la vida del hombre pueda irse transformando cada vez más hacia lo positivo.
Esto se expresa  con sus palabras de la sabiduría, nos enseña lo único que nos puede ayudar en la necesidad, en la aflicción, en la enfermedad, en el sufrimiento: el abrirnos para el Espíritu de Dios, la fuente de fuerza en nosotros.
¿Y cómo nos abrimos a Él, para que Su corriente de la vida llegue a fluir en nosotros? Precisamente esto es el punto central de este relato. El que lo desee, que aprendan, se informen y le pregunten de aquello que les guste. Lo que esto le puede traer, lo experimentará si lo pone en práctica.
Los hombres que aspiran a la consciencia cósmica, Dios, se sienten unidos a todos los hombres, pues todos son hermanos y hermanas en el Espíritu universal. Deseamos a todos que ganen para sí mismos lo que estos Sanadores ha depositado en las palabras. Para llegar a una comprensión interna que les lleve a la felicidad y sanación en la tierra.
      Con todo mi amor para todos H.M y J.M.

Ghandi sabiamente nos dijo … “Nosotros tenemos que ser el cambio que queremos ver en el Mundo.” Así que si queremos sanar nuestro mundo debemos empezar con nuestra propia sanación.
 

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