PALABRAS DEL SEÑÓR

                    

Sé generoso en la prosperidad y agradecido en la adversidad.
Sé digno de la confianza de tu prójimo y mírale con rostro resplandeciente y amistoso.
Sé para el pobre un tesoro, para el rico un amonestador.
Sé uno que responde  a la llamada del menesteroso y guarda la santidad de tu promesa.
Sé recto en tu juicio y moderado en tu palabra.
No seas injusto con nadie.
Sé como la lámpara para quienes andan en tinieblas, una alegría para los entristecidos, un mar para los sedientos, un asilo para los afligidos, un sostenedor y defensor de las víctimas de la opresión.
Sé de forma que la integridad y rectitud distingan todos tus actos.
Sé un hogar para el forastero, bálsamo para el que padece, un baluarte para el fugitivo.
Sé ojos para el ciego y una luz de guía para los que yerran.
Sé un ornamento del semblante de la verdad, una corona sobre la frente de la fidelidad, un pilar en el templo de la rectitud, un aliento de Vida para el cuerpo de la humanidad, una insignia de las huestes de la justicia, un lucero sobre el horizonte de la virtud, un rocío para la Tierra, un sol en el cielo de la munificencia, una gema en la diadema de la sabiduría, un fruto del árbol de la verdad.